lunes, 16 de octubre de 2017

Llámame Brooklyn, Eduardo Lago

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Once años después, por fin, he leído el libro de mi colega Eduardo Lago que ganó el premio Nadal, un año después de que saliera una nueva edición con un prólogo que explica la gestación del libro. Llámame Brooklyn es un homenaje a nueva York, ciudad en la que el autor lleva viviendo desde 1987; una historia de historias que transcurren en diversos tiempos y en varios lugares; y una novela de un amor imposible, de amistad y de pasión por la literatura, donde se reflejan sus gustos literarios. Porque el libro es el reflejo de un lector voraz, un cuidadoso traductor, un entusiasta profesor de literatura y un gran escritor.
Como en Las mil y una noches o en El Decamerón, la trama, aquí excesivamente complicada, es lo menos importante; lo mejor son los relatos que el autor fue recopilando durante muchos años, porque, como el mismo afirma, las historias tienen vida propia: "Leyendo las noticias del Times me tropezaba inesperadamente con embriones de cuentos, historias cuyo contenido parecía pedir a gritos que alguien las convirtiera en relatos". La recreación del suicidio del pintor Rothko es una buena muestra de su estilo.
Un periodista del New York Post recibe la noticia de que su amigo Gal Ackerman, veinticinco años mayor que él, ha muerto. El suceso le obliga a cumplir un pacto tácito: rescatar de entre los centenares de cuadernos abandonados por Ackerman en un motel de Brooklyn, una novela a medio terminar. El frustrado anhelo de su autor era llegar a una sola lectora, Nadia Orlov, de quien hace años que nadie ha vuelto a saber nada. La novela supone la reconstrucción de la novela que lleva por título el nombre de la hija que siempre quiso tener con su antiguo amor: Brooklyn. Así pues, estamos ante una novela puzle, mosaico, collage, caleidoscopio, con estructura de matrioska. Lago destaca por su precisión estilística en los diálogos y en las descripciones tanto de lugares como de personajes.
A pesar de que el conjunto de la novela me parece algo confuso y desigual, he disfrutado de su lectura y la recomiendo. Original y diferente dentro del panorama español y más aún dentro de la tónica de las galardonadas con el premio Nadal.

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