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domingo, 2 de enero de 2022

Autores españoles de los diccionarios más personales

José Antonio Millán, Robinsones del verbo: grandes autores de los diccionarios más personales

Manuel Seco, María Moliner, Sebastián Covarrubias y Julio Casares fueron cuatro titanes de la lexicografía hispana que sacaron adelante libros de referencia únicos.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Palabras maltratadas

Las palabras maltratadas del español, artículo del periódico 20 minutos

jueves, 24 de junio de 2010

El arte del insulto


Diccionario del insulto
Conde y González (Mario y Felipe) son dos aventureros de la vida, dos achangueros, bailones, birlos, buscas, choris, choricenates, choros, gerifaltes, gindas, guindaleros, merchantes, pispos, quitones, quinadores, sopistas, volatas, quitameriendas... Esta retahíla de improperios pertenece a un artículo de Francisco Umbral publicado en EL MUNDO y que aparece en la presentación del Diccionario del insulto, un libro publicado por Ediciones Península que han escrito tres profesores de Lingüística General de la Universidad de Granada.¿Sabías que este diccionario recoge nada menos que 5.000 entradas y que, aun así, eso sólo es una parte de los muchos insultos que circulan por ahí? Leerlo nos servirá para saber cuándo somos insultados y cómo insultar.
POR EJEMPLO
ABRAZAFAROLAS. Borracho que se recoge a menudo en un estado lamentable.
AGONIOSO. Ansioso y egoísta, que apremia constantemente a los demás, contagiando su estado nervioso, produciendo estrés en su entorno.
ENTREVERADO. Loco que sufre ataques repentinos e intermitentes de enajenación mental, ciclotímico.
FACINEROSO. Malvado, delincuente “que ha cometido grandes delitos y tiene intención de continuar”.
MALABABA. Ser antipático y malvado.
REPARON. Quisquilloso, chinchorrero, que pone reparos continuamente, que lo critica todo.
SATRAPA. Déspota; taimado, ladino; dirigente corrupto.
SOBAESQUINAS. Vago, desgraciado.
SUAVON. Hipócrita que se finge bondadoso e inofensivo.
MALABABA. Ser antipático y malvado.
SINSORGO. Soseras y medio bobo.
TRACANTOS. Tonto e inutil.
VIVALES. Fresco, tunante, caradura que vive muy bien, a base de no preocuparse demasiado si hay que perjudicar a otros para lograrlo.
ZANGOLOTINO. Adolescente frivolón que viste y se comporta como un niño.

Si alguien te ha hecho enojar, no te pegues con él, insulta educadamente. Algunos piensan que es un acto de justicia o un acto de caridad. Lo que no cabe duda es que el insulto es una forma de violencia hacia afuera que deberíamos evitar; pero, si no es posible, conviértelo en un arte.



Para saber más:
Sobre la historia de las palabrotas:
www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n23/23_mespinosa.html
http://www.psicofxp.com/forums/discusiones-generales.13/437926-los-insultos.html
Marcos Perea, Breve antología del insulto http://www.jotdown.es/2018/02/breve-antologia-del-insulto/
Qué bien sienta soltar un taco 

Cojones

RIQUEZA DEL LENGUAJE CASTELLANO Un ejemplo de la riqueza del lenguaje castellano es el número de acepciones de una simple palabra como puede ser la muy conocida y frecuentemente utilizada que hace referencia a los atributos masculinos, "cojones" Si va acompañado de un numeral, tiene significados distintos, según el número utilizado. Así, "uno" significa caro o costoso (valía un cojón), "dos" significa valentía (tiene dos cojones), "tres" significa desprecio (me importa tres cojones), un número muy grande y par significa dificultad (lograrlo me costó mil pares de cojones). El verbo cambia el significado. "Tener" indica valentía (aquella persona tiene cojones), aunque en admiración puede significar sorpresa (¡tiene cojones!), "poner" expresa un reto, especialmente si se pone en algunos lugares (puso los cojones encima de la mesa), "tocar" indica paciencia (¡no me toques los cojones¡). Se los utiliza para apostar (me corto los cojones), o para amenazar (te corto los cojones). El tiempo utilizado cambia el significado de la frase. Así el tiempo presente indica molestia o hastío (me toca los cojones), el reflexivo significa vagancia (se toca los cojones), pero el imperativo significa sorpresa (¡tócate los cojones!). Los prefijos o sufijos modulan su significado: "a-" expresa miedo (acojonado),"des-" significa cansancio (descojonado), "-udo" indica perfección (cojonudo), pero "-azo" se refiere a la indolencia o abulia (cojonazos). Las preposiciones matizan la expresión. "De" significa éxito (me salió de cojones) o cantidad (hacía un frío de cojones), "por" expresa voluntariedad (lo haré por cojones), "hasta" expresa el limite de aguante (estoy hasta los cojones), Pero "con" indica el valor (era un hombre con cojones) y "sin" la cobardía (era un hombre sin cojones). Es distinto el color, la forma, la simple textura o el tamaño. El color violeta expresa el frío (se me quedaron los cojones morados), la forma el cansancio (tenia los cojones cuadrados), pero el desgaste implica experiencia (tenía los cojones pelados de repetirlo). Es importante el tamaño y la posición (tiene dos cojones grandes y bien plantados); sin embargo hay un tamaño máximo (tiene los cojones como el caballo de Espartero) que no puede superarse, porque indica torpeza o vagancia (le cuelgan, se los pisa, se sienta sobre ellos e incluso necesita una carretilla para llevarlos). La interjección ¡cojones! Significa sorpresa, y cuando uno se halla perplejo los solicita (¡ manda cojones!). En ese lugar reside la voluntad y de allí surgen las órdenes (me sale de los cojones). En resumen, será difícil encontrar una palabra en castellano o en otros idiomas con mayor número de acepciones. (1) La situación anatómica también expresa estado de ánimo (se me pusieron los cojones de corbata).Un compromiso ante circunstancias difíciles y la voluntad de superar adversidades queda muy bien expresada con "hay que echarle cojones". Los aires dictatoriales y autoritarios se ponen de manifiesto con "aquí no hay más cojones que los míos". (1) Con mi admiración y respeto al autor de esta prueba de humor de tan buen castellano como buena ley, me he permitido añadir una modesta colaboración que contribuya a la sonrisa de aquel que lo leyere.


domingo, 20 de junio de 2010

La conjuración de las palabras, Pérez Galdós


Érase un gran edificio llamado Diccionario de la Lengua castellana, de tamaño tan colosal y fuera de medida, que, al decir de los cronistas, ocupaba casi la cuarta parte de una mesa, de estas que, destinadas a varios usos, vemos en las casas de los hombres. Si hemos de creer a un viejo documento hallado en viejísimo pupitre, cuando ponían al tal edificio en el estante de su dueño, la tabla que lo sostenía amenazaba desplomarse, con detrimento de todo lo que había en ella. Formábanlo dos anchos murallones de cartón, forrados en piel de becerro jaspeado, y en la fachada, que era también de cuero, se veía un ancho cartel con doradas letras, que decían al mundo y a la posteridad el nombre y significación de aquel gran monumento.
Por dentro era un laberinto tan maravilloso, que ni el mismo de Creta se le igualara. Dividíanlo hasta seiscientas paredes de papel con sus números llamados páginas. Cada espacio estaba subdividido en tres corredores o crujías muy grandes, y en estas crujías se hallaban innumerables celdas, ocupadas por los ochocientos o novecientos mil seres que en aquel vastísimo recinto tenían su habitación. Estos seres se llamaban palabras.
* * *
Una mañana sintióse gran ruido de voces, patadas, choque de armas, roce de vestidos, llamamientos y relinchos, como si un numeroso ejército se levantara y vistiese a toda prisa, apercibiéndose para una tremenda batalla. Y a la verdad, cosa de guerra debía de ser, porque a poco rato salieron todas o casi todas las palabras del Diccionario, con fuertes y relucientes armas, formando un escuadrón tan grande que no cupiera en la misma Biblioteca Nacional. Magnífico y sorprendente era el espectáculo que este ejército presentaba, según me dijo el testigo ocular que lo presenció todo desde un escondrijo inmediato, el cual testigo ocular era un viejísimo Flos sanctorum, forrado en pergamino, que en el propio estante se hallaba a la sazón.
Avanzó la comitiva hasta que estuvieron todas las palabras fuera del edificio. Trataré de describir el orden y aparato de aquel ejército, siguiendo fielmente la veraz, escrupulosa y auténtica narración de mi amigo el Flos sanctorum.
Delante marchaban unos heraldos llamados Artículos, vestidos con magníficas dalmáticas y cotas de finísimo acero; no llevaban armas, y sí los escudos de sus señores los Sustantivos, que venían un poco más atrás. Estos, en número casi infinito, eran tan vistosos y gallardos, que daba gozo verlos. Unos llevaban resplandecientes armas del más puro metal, y cascos en cuya cimera ondeaban plumas y festones; otros vestían lorigas de cuero finísimo, recamadas de oro y plata; otros cubrían sus cuerpos con luengos trajes talares, a modo de senadores venecianos. Aquéllos montaban poderosos potros ricamente enjaezados, y otros iban a pie. Algunos parecían menos ricos y lujosos que los demás; y aún puede asegurarse que había bastantes pobremente vestidos, si bien éstos eran poco vistos, porque el brillo y elegancia de los otros como que les ocultaba y obscurecía. Junto a los Sustantivos marchaban los Pronombres, que iban a pie y delante, llevando la brida de los caballos, o detrás, sosteniendo la cola del vestido de sus amos, ya guiándoles a guisa de lazarillos, ya dándoles el brazo para sostén de sus flacos cuerpos, porque, sea dicho de paso, también había Sustantivos muy valetudinarios y decrépitos, y algunos parecían próximos a morir. También se veían no pocos Pronombres representando a sus amos, que se quedaron en cama por enfermos o perezosos, y estos Pronombres formaban en la línea de los Sustantivos como si de tales hubieran categoría. No es necesario decir que los había de ambos sexos; y las damas cabalgaban con igual donaire que los hombres, y aun esgrimían las armas con tanto desenfado como ellos.
Detrás venían los Adjetivos, todos a pie; y eran como servidores o satélites de los Sustantivos, porque formaban al lado de ellos, atendiendo a sus órdenes para obedecerlas. Era cosa sabida que ningún caballero Sustantivo podía hacer cosa derecha sin el auxilio de un buen escudero de la honrada familia de los Adjetivos; pero éstos, a pesar de la fuerza y significación que prestaban a sus amos, no valían solos ni un ardite, y se aniquilaban completamente en cuanto quedaban solos. Eran brillantes y caprichosos sus adornos y trajes, de colores vivos y formas muy determinadas; y era de notar que cuando se acercaban al amo, éste tomaba el color y la forma de aquéllos, quedando transformado al exterior, aunque en esencia el mismo.
Como a diez varas de distancia venían los Verbos, que eran unos señores de lo más extraño y maravilloso que puede concebir la fantasía.
No es posible decir su sexo, ni medir su estatura, ni pintar sus facciones, ni contar su edad, ni describirlos con precisión y exactitud. Basta saber que se movían mucho y a todos lados, y tan pronto iban hacia atrás como hacía adelante, y se juntaban dos para andar emparejados. Lo cierto del caso, según me aseguró el Flos sanctorum, es que sin los tales personajes no se hacía cosa a derechas en aquella República, y si bien los Sustantivos eran muy útiles, no podían hacer nada por sí, y eran como instrumentos ciegos cuando algún señor Verbo nos los dirigía. Tras éstos venían los Adverbios, que tenían cataduras de pinches de cocina; como que su oficio era prepararles la comida a los verbos y servirles en todo. Es fama que eran parientes de los Adjetivos, como lo acreditaban viejísimos pergaminos genealógicos, y aun había Adjetivos que desempeñaban en comisión la plaza de Adverbios, para lo cual bastaba ponerles una cola o falda que decía: mente.
Las Preposiciones eran enanas, y más que personas parecían cosas, moviéndose automáticamente: iban junto a los Sustantivos para llevar recado a algún Verbo, o viceversa. Las Conjunciones andaban por todos lados metiendo bulla; y una de ellas especialmente, llamada que, era el mismo enemigo y a todos los tenía revueltos y alborotados, porque indisponía a un señor Sustantivo con un señor Verbo, y a veces trastornaba lo que éste decía, variando completamente el sentido. Detrás de todos marchaban las Interjecciones, que no tenían cuerpo, sino tan sólo cabeza, con gran boca siempre abierta. No se metían con nadie, y se manejaban solas; que aunque pocas en número, es fama que sabían hacerse valer.
De estas palabras, algunas eran nobilísimas, y llevaban en sus escudos delicadas empresas, por donde se venía en conocimiento de su abolengo latino o árabe; otras, sin alcurnia antigua de que vanagloriarse, eran nuevecillas, plebeyas o de poco más o menos. Los nobles las trataban con desprecio. Algunas había también en calidad de emigradas de Francia, esperando el tiempo de adquirir nacionalidad. Otras, en cambio, indígenas hasta la pared de enfrente, se caían de puro viejas, y yacían arrinconadas, aunque las demás guardaran consideración a sus arrugas; y las había tan petulantes y presumidas, que despreciaban a las demás mirándolas enfáticamente.
Llegaron a la plaza del Estante y la ocuparon de punta a punta. El verbo Ser hizo una especie de cadalso o tribuna con dos admiraciones y algunas comas que por allí rodaban, y subió a él con intención de despotricarse; pero le quitó la palabra un Sustantivo muy travieso y hablador, llamado Hombre, el cual, subiendo a los hombros de sus edecanes, los simpáticos Adjetivos Racional y Libre, saludó a la multitud, quitándose la H, que a guisa de sombrero le cubría, y empezó a hablar en estos o parecidos términos:
–Señores: la osadía de los escritores españoles ha irritado nuestros ánimos, y es preciso darles justo y pronto castigo. Ya no les basta introducir en sus libros contrabando francés, con gran detrimento de la riqueza nacional, sino que cuando por casualidad se nos emplea, trastornan nuestro sentido y nos hacen decir lo contrario de nuestra intención. (Bien, bien.) De nada sirve nuestro noble origen latino, para que esos tales respeten nuestro significado. Se nos desfigura de un modo que da grima y dolor. Así, permitidme que me conmueva, porque las lágrimas brotan de mis ojos y no puedo reprimir la emoción. (Nutridos aplausos.)
El orador se enjugó las lágrimas con la punta de la e, que de faldón le servía, y ya se preparaba a continuar, cuando le distrajo el rumor de una disputa que no lejos se había entablado.
Era que el Sustantivo Sentido estaba dando de mojicones al Adjetivo Común, y le decía:
–Perro, follón y sucio vocablo, por ti me traen asendereado y me ponen como salvaguardia de toda clase de desatinos. Desde que cualquier escritor no entiende palotada de una ciencia, se escuda con el Sentido Común, y ya le parece que es el más sabio de la Tierra. Vete, negro y pestífero Adjetivo, lejos de mí, o te juro que no saldrás con vida de mis manos.
Y al decir esto el Sentido enarboló la t, y dándole un garrotazo con ella a su escudero le dejó tan mal parado, que tuvieron que ponerle un vendaje en la o, y bizmarle las costillas de la m, porque se iba desangrando por allí a toda prisa.
–Haya paz, señores –dijo un Sustantivo Femenino llamado Filosofía, que con dueñescas tocas blancas apareció entre el tumulto. Mas en cuanto le vio otra palabra llamada Música, se echó sobre ella y empezó a mesarle los cabellos y a darle coces, cantando así:
–Miren la bellaca, la sandia, la loca; ¿pues no quiere llevarme encadenada con una Preposición, diciendo que yo tengo Filosofía? Yo no tengo sino Música, hermana. Déjeme en paz y púdrase de vieja en compañía de la Alemana, que es otra vieja loca.
–Quita allá, bullanguera –dijo la Filosofía, arrancándole a la Música el penacho o acento que muy erguido sobre la ú llevaba–; quita allá, que para nada vales ni sirves más que de pasatiempo pueril.
–Poco a poco, señoras mías –gritó un Sustantivo alto, delgado, flaco y medio tísico, llamado el Sentimiento–. A ver, señora Filosofía, si no me dice usted esas cosas a mi hermana, o tendremos que vernos las caras. Estése usted quieta y deje a Perico en su casa, porque todos tenemos trapitos que lavar, y si yo saco los suyos, ni con colada habrán de quedar limpios.
–Miren el mocoso –dijo la Razón, que andaba por allí en paños menores y un poquillo desmelenada–, ¿qué sería de esos badulaques sin mí? No reñir, y cada uno a su puesto, que si me incomodo...
–No ha de ser –dijo el Sustantivo Mal, que en todo había de meterse.
–¿Quién le ha dado a usted vela en este entierro, tío Mal? Váyase al Infierno, que ya está de más en el mundo.
–No, señoras; perdonen usías, que no estoy sino muy retebién. Un poco decaidillo andaba; pero después que tomé este lacayo, que ahora me sirve, me voy remediando.
Y mostró un lacayo, que era el Adjetivo Necesario.
–Quítenmela, que la mato –chillaba la Religión, que había venido a las manos con la Política–; quítenmela, que me ha usurpado el nombre para disimular en el mundo sus socaliñas y gatuperios.
–Basta de indirectas. ¡Orden! –dijo el Sustantivo Gobierno, que se presentó para poner paz en el asunto.
–Déjelas que se arañen, hermano –observó la Justicia–; déjelas que se arañen, que ya sabe vuecencia que rabian de verse juntas. Procuremos nosotros no andar también a la greña, y adelante con los faroles.
Mientras esto ocurría, se presentó un gallardo Sustantivo, vestido con relucientes armas y trayendo un escudo con peregrinas figuras y lema de plata y oro. Llamábase el Honor, y venía a quejarse de los innumerables desatinos que hacían los humanos en su nombre, dándole las más raras aplicaciones y haciéndole significar lo que más les venía a cuento. Pero el Sustantivo Moral, que estaba en un rincón atándose un hilo en la l, que se le había roto en la anterior refriega, se presentó, atrayendo la atención general. Quejóse de que se le subían a las barbas ciertos Adjetivos advenedizos, y concluyó diciendo que no le gustaban ciertas compañías, y que más le valiera andar solo; de lo cual se rieron otros muchos Sustantivos fachendosos que no llevaban nunca menos de seis Adjetivos de servidumbre.
Entretanto, la Inquisición, una viejecilla que no se podía tener, estaba pegando fuego a una hoguera que había hecho con interrogantes gastados, palos de T y paréntesis rotos, en la cual hoguera dicen que quería quemar a la Libertad, que andaba dando zancajos por allí con muchísima gracia y desenvoltura. Por otro lado estaba el Verbo Matar, dando grandes voces, y cerrando el puño con rabia, decía de vez en cuando:
–¡Si me conjugo...!
Oyendo lo cual, el Sustantivo Paz acudió corriendo tan aprisa, que tropezó en la z con que venia calzada y cayó cuan larga era, dando un gran batacazo.
–Allá voy –gritó el Sustantivo Arte, que ya se había metido a zapatero–. Allá voy a componer este zapato, que es cosa de mi incumbencia.
Y con unas comas le clavó la z a la Paz, que tomó vuelo y se fue a hacer cabriolas ante el Sustantivo Cañón, de quien dicen estaba perdidamente enamorada.
No pudiendo ni el Verbo Ser, ni el Sustantivo Hombre, ni el Adjetivo Racional poner en orden a aquella gente, y comprendiendo que de aquella manera iban a ser vencidos en la desigual batalla que con los escritores españoles tendrían que emprender, resolvieron volverse a su casa. Dieron orden de que cada cual entrara en su celda, y así se cumplió, costando gran trabajo encerrar a algunas camorristas, que se empeñaban en alborotar y hacer el coco.
Resultaron de este tumulto bastantes heridos, que aún están en el hospital de sangre, o sea Fe de erratas del Diccionario. Han determinado congregarse de nuevo para examinar los medios de imponerse a la gente de letras. Se están redactando las pragmáticas, que establecerán el orden en las discusiones. No tuvo resultado el pronunciamiento, por gastar el tiempo los conjurados en estériles debates y luchas de amor propio, en vez de congregarse para combatir al enemigo común; así es que concluyó aquello como el Rosario de la Aurora.
El Flos sanctorum me asegura que la Gramática había mandado al Diccionario una embajada de géneros, números y casos para ver si por las buenas, y sin derramamiento de sangre, se arreglaban los trastornados asuntos de la Lengua Castellana.

martes, 8 de junio de 2010

Frases hechas


Muchas veces en nuestras conversaciones cotidianas se emplean “frases hechas”, expresiones populares cuyo significado suele ser figurado, y aunque literalmente parecieran no tener lógica, todos entendemos qué es lo que se quiso decir, aunque tampoco sepamos el origen de su significado. Son frases que encierran en sí mismas todo un mundo, y describirlas (explicarlas) o querer expresar la misma idea pero con otras palabras, por lo general implica el doble y más de palabras que las que conforman a la frase original.
´MANDAR A LA PORRA.´ Antiguamente, en el ámbito militar, el soldado que ejecutaba el tambor mayor del regimiento llevaba un largo bastón, con el puño de plata y mucha historia detrás, al que se llamaba ´porra´. Por lo general, este bastón era clavado en un lugar alejado del campamento y señalaba el lugar al que debía acudir el soldado que era castigado con arresto: ´Vaya usted a la porra´, le gritaba el oficial y el soldado, efectivamente, se dirigía a ese lugar y permanecía allí durante el tiempo que se mantenía el castigo. Posteriormente, fue cambiada la forma de castigo, pero la expresión mandar a la porra quedó en el uso del lenguaje del pueblo con un matiz netamente despectivo. (BELCA)
A BUENAS HORAS MANGAS VERDES. Se dice de todo lo que llega a destiempo, cuando ha pasado la oportunidad y resulta inútil su auxilio. Se debe el origen de esta frase a que en tiempo de los cuadrilleros de la Santa Hermandad, como casi nunca llegaban a tiempo para capturar a los malhechores, los delitos quedaban impunes. Los cuadrilleros vestían un uniforme de mangas verdes y coleto. Obedece a la creencia de que los guardadores del orden suelen acudir tarde o a destiempo al lugar donde son necesarios. (JMI)
A OJO DE BUEN CUBERO. Esta expresión se emplea normalmente para decir que una cosa está hecha sin medida. Antiguamente, en los diferentes reinos existía una total falta de reglamentación a propósito de los sistemas de medidas. La frase hace referencia a las medidas de capacidad de las cubas destinadas a contener agua, vino u otro líquido. Las cubas eran fabricadas una a una por el cubero, y su capacidad venía determinada por el reino en el que tuviera montado el negocio e incluso por las diferentes normativas de medidas dictadas por los señores feudales. (OmiWeb)
A RÍO REVUELTO, GANANCIA DE PESCADORES. Es proverbio que alude a los que medran aprovechando las revueltas y trastornos. la experiencia demuestra que los pescadores cogen mucho más pescado en el agua turbia que en la clara, tal vez porque cuando el agua está turbia los peces no ven los peligros que corren y caen más fácilmente en ellos. De aquí nació el otro modismo: "Pescar en agua turbia", como sinónimo de hacer su negocio y aprovecharse de un desorden que tal vez se ha promovido con dicho fin. Los griegos decían en el mismo sentido: "Enturbiar el agua del lado para pescar anguilas", modismo que Aristófanes aplica al mal ciudadano que provoca desórdenes a fin de enriquecerse a expensas del público. (JMI)
ARMARSE LA MARIMORENA. Describe una gran algarabía, o, mucho alboroto, con disputas, reyertas, voces y golpes. Es común explicar esta expresión de acuerdo con la pretendida historia de una mesonera llamada María, o María Morena. Tabernera de fuerte carácter, regañona y amiga de pendencias. Esta historia sugiere que a mediados del siglo XVI había una taberna en Madrid regentada por esta mujer y su esposo, un tal Alonso de Zayas. Estos mesoneros guardaban el mejor vino para sus clientes distinguidos y ofrecían el de menos calidad al vulgo. En cierta ocasión parece que los clientes se enfadaron y quisieron probar el vino bueno, a lo que la fornida mesonera se negó en redondo. La disputa fue tan fenomenal que no quedó mesa sana ni silla en que sentarse, y los golpes y las puñadas se repartieron con tanto ímpetu que sólo la llegada de los alguaciles pudo disolver la cuestión. La fama de aquella trifulca prosperó y por esta razón se habla hoy de esta mesonera. Ahora bien, a la mayoría de las taberneras y venteras de aquella época se las llamaba María, (como Maritornes) y es el nombre tópico de las mozas de las posadas, también. Acostumbradas al trasiego de huéspedes y viajeros, estas mozas (asturianas, muchas veces) solían envolverse en disputas y querellas con los hombres cargados de vino y con pocos escrúpulos. La expresión, por tanto, bien puede hacer referencia a la esposa de Alonso de Zayas, o a cualquier otra, dado que Marías eran todas o casi todas las taberneras, y “morena” es la forma típica de llamar a una moza española.
Para saber más:
http://personal.telefonica.terra.es/web/flxcardona/f_hechas_1.htm

http://www.solidaridad.net/articulo513_enesp.htm

Ejercicios autoevaluables:
http://www.xtec.cat/~jgenover/locucion1.htm




domingo, 6 de junio de 2010

Un paseo por el diccionario


En este resumen encontrarás la información más importante sobre el diccionario:
· En el diccionario se encuentran todas las palabras del castellano ordenadas alfabéticamente.
· Consultamos el diccionario por razones diferentes como son: saber el significado de las palabras que desconocemos, para comprobar su ortografía, categoría gramatical, buscar frases hechas y/o locuciones, etc. En definitiva, lo utilizamos para mejorar y aprender más sobre la lengua que utilizamos.
· No se encuentran los plurales de las palabras, ni las conjugaciones de los verbos.
· En la parte superior izquierda y derecha están las palabras guía.
· Nos ofrece muchas veces varias acepciones o significados de las palabras que están separadas por dos rayas. Éstas acepciones se presentan por orden de utilización y tenemos que escoger, según el sentido del texto, la acepción adecuada.
· Las abreviaturas nos ofrecen información extra sobre el uso de los artículos.
· La localización de frases hechas y locuciones nos ayuda a enriquecer nuestro léxico
1.-Palabras guía
En las esquinas superiores izquierda y derecha de las páginas de los diccionarios aparecen las palabras guía. Éstas palabras son la primera y última palabra que podemos encontrar en cualquier página del diccionario.
Por ejemplo: reinar y relajar. Entre ellas podemos encontrar todas las palabras que vayan detrás de reinar pero antes que relajar, ordenadas alfabéticamente. Como: reincidir, reintegro, reivindicación, rejilla, relajante, etc. En otras palabras, la primera palabra de esas dos páginas es reinar y última relajar.
Se las llama palabras guía porque nos ayudan a encontrar las palabras, cumplen una importante función orientadora y facilitadora de la búsqueda. Usar estas palabras resulta muy útil porque nos permiten ir pasando las páginas rápidamente hasta que encontramos aquellas entre las que se puede encontrar la palabra que buscamos. Esta es uno de los "trucos" más importantes a la hora de buscar información.
2.- Acepciones de la palabra
Nos ofrece muchas veces varias acepciones o significados de las palabras que están separadas por dos rayas. Éstas acepciones se presentan por orden de utilización y tenemos que escoger, según el sentido del texto, la acepción adecuada.
3.-Abreviaturas / categorías gramaticales
En los diccionarios se usan abreviaturas para expresar algunas informaciones recurrentes sobre la entrada o la acepción, como etimología, categorías gramaticales, usos, sinónimos, antónimos,
derivados, etc., o para indicar otros tipos de información.
Por ejemplo, la abreviatura "adj." significa adjetivo, "n." nombre,
"v." verbo, "conj." conjunción, etc.
Conocer el significado de las abreviaturas te ayudará a entender y encontrar más rápido la información que estés buscando. Pero no te asustes, no es necesario conocerlas todas, con las más importantes tendrás bastante. Recuerda que siempre se puede consultar el significado de una abreviatura en las páginas del principio del diccionario.
4. Frases hechas y locuciones
La localización de frases hechas y locuciones nos ayuda a enriquecer nuestro léxico
Las frases hechas y las locuciones se pueden también encontrar en el diccionario. En el D.R.A.E. y en VOX en línea aparecen al final del contenido sobre la palabra y se destacan en negrita o con un color diferente, estando ordenadas entre si alfabéticamente.
Cuando buscamos una de ellas debemos detectar la palabra más importante dentro de la frase, aquella que da cohesión semántica al conjunto. En el D.R.A.E. "van colocadas [...], por este orden de preferencia: sustantivo o cualquier palabra usada como tal, verbo, adjetivo, pronombre y adverbio. Así, por ejemplo, [...] La locución "no dar uno pie con bola" figura en el artículo pie" ordenada por la primera y la segunda palabra de la expresión, es decir, primero buscaremos pie, luego entre las expresiones buscaremos no y finalmente dar (compruébalo en tu diccionario)
También dice el D.R.A.E.: "Exceptúanse los sustantivos persona y cosa cuando no son partes necesarias e invariable de la expresión, y los verbos usados como auxiliares. Así, por ejemplo, la frase "tener que ver con una persona o cosa con otra" se registra en el verbo tener. [...]
La frase en que concurren dos o más voces de la misma categoría gramatical se incluye en el artículo correspondiente a la primera de estas voces, "por ejemplo, "estar a matar", está compuesta por dos verbos y aparece en el primero, estar."

Diccionarios en línea
D.R.A.E. (Diccionario de la Real Academia Española)
http://buscon.rae.es/draeI/
Una URL poco actualizada. La búsqueda no resulta muy clara, debido a que las páginas se visualizan enteras, tal y como aparecen en el formato papel de este diccionario. Así pues, no es atractivo para los estudiantes de esta etapa.
Es útil para trabajar búsqueda de prefijos. Proporciona una lista abundante de palabras ordenadas alfabéticamente.

Ejemplo de actividad:
Se busca el prefijo "pre-", eligen tres o cuatro palabras por parejas y trabajan su definición. Luego juegan a leerle a otra pareja sus definiciones y esta tiene que adivinar o aproximarse a la palabra definida. Cada vez le toca el turno a una pareja.
VOX en línea (editorial Anaya) Página con búsqueda rápida y clara navegación.
El Diccionario Escolar es la transcripción a la web del diccionario Vox escolar.
Para trabajar en más profundidad tiene el Diccionario General de la Lengua VOX. Está bastante completo.
Permite hacer búsquedas con 4 criterios: "empieza por" / "termina en" / "contiene" / "es".
Estas cuatro opciones permiten la realización de actividades con definiciones ("es"), con prefijos ("empieza por"), sufijos ("termina en"), palabras derivadas y familias léxicas ("contiene"), palabras compuestas ("contiene"), etc.

UNIVERSIDAD DE OVIEDO
http://www.ediciona.com/diccionario_en_linea_de_la_universidad_de_oviedo-rec-f345.htm
Página elaborada por la Universidad de Oviedo. Es un diccionario de búsqueda de sinónimos y antónimos. No contiene muchas entradas, pero es el único que existe en este formato y puede resultar útil para realizar algunas actividades.
La parte más interesante de esta página es que en el resultado de la búsqueda, no sólo enumera los sinónimos y/o antónimos sino que también ofrece la posibilidad de consultar las definiciones de éstos.
Por ejemplo, buscamos en la página de sinónimos la palabra casa y el resultado es el siguiente:
domicilio (definición)
vivienda (definición)
hogar (definición)
habitación (definición)
estirpe (definición)
Al hacer click en la definición de domicilio nos da la siguiente información:
domicilio I. Del lat. domicilium < domus =casa. 1. (sustantivo masculino). Residencia fija. 2. (sustantivo masculino). Lugar en que legalmente se considera establecida una persona o entidad. 3. (sustantivo masculino). Casa en que habita o se hospeda una persona. FAM. Domiciliar. SIN. 1. Morada, hogar. 2. Señas, dirección. Términos Relacionados
También ofrece la posibilidad de consultar términos relacionados. Dentro de esta opción pueden trabajarse las analogías entre palabras.
Por ejemplo, buscamos la palabra felicidad, el resultado de la búsqueda es el siguiente:
FELICIDAD ( de 5 en 5)Palabras relacionadas con "felicidad" (17) anacreóntico, -a, anteponer, atrición beatitud, bienandanza bienaventuranza, bonanza.

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Actividad de creación: un paseo por el diccionario
MILLÁS, JUAN JOSÉ (1992), "Palabras", en J. CALERO HERAS, Entre palabras, Madrid, Ediciones Octaedro, pág. 48.
Estaba cansado, llovía. Decidí darme una vuelta por el diccionario. Entré por la "O", atravesé "obedecer","obelisco" y "óbito", y me detuve un rato en "obsesión". Me enteré de que una obsesión es una idea fija que ofusca el entendimiento. Giré hacia mi derecha en obtuso, atravesé occisión y océano y dirigí mis pasos a ofuscar. Las temperaturas continuaban descendiendo. Tropecé en ofertorio y en oftalmoscopio, que es un aparato que sirve para mirar el ojo por dentro, pero enseguida vi ofuscar detrás de ofuscación; consiste en trastornar el entendimiento. Con las ideas confundidas, salí de allí, di un salto y me planté en la "V"; pasé sin detenerme por venera, venerable y venéreo para alcanzar ventana: se trata de una abertura más o menos elevada sobre el suelo, que se deja en una pared para dar luz y ventilación. Me asomé a la abertura; afuera llovía sin pasión, pero sin pausa, como un niño que ha llorado muchas horas sin ser atendido. Una ráfaga de aire arrancó a un árbol siete hojas que cayeron al suelo como manos inútiles, incapaces ya de acariciar o ser acariciadas. Los transeúntes las pisaron sin mirarlas. Abandoné ventana, di la vuelta y comencé a correr en dirección contraria.Como iba con los ojos cerrados, tropecé en muela y me caí. Averigüé que la muela cordal, también llamada del
juicio, es la que nace en la edad viril y allí en las extremidades de las mandíbulas. Me acerqué un momento a viril y allí un funcionario me remitió a varonil. Cuando llegué estaban a punto de cerrar, pero pude averiguar que varonil es lo perteneciente o relativo al varón. Deduje que las mujeres carecen de muela cordal. Asqueado por esta muestra de machismo alfabético, abandoné el diccionario por la palabra túmido, hice transbordo en túnel y salí al primer tomo de mi enciclopedia favorita. Caí directamente en andropolis que significa cementerio. Llovía. Busqué tu tumba y la mía nuestra tumba, pero aún no habíamos llegado.

Ejercicio:
Imitando el texto de Millás, describe tu paseo por el diccionario.