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viernes, 28 de julio de 2023

Tentenublo, Malasaña en los 80 y 90


Tentenublo es una vuelta a la noche madrileña de los años 80 y 90. Su autor, Víctor Claudín, junto a Pedro Sahuquillo, fue dueño de la famosa sala Elígeme.

"El título de una novela que inquieta desde la primera línea.Tentenublo. De dónde viene. No tenía ni idea. Voy a internet. Wikipedia. Tocan las campanas para que pase de largo la tormenta de granizo. Así pues, Tentenublo: toque de campanas. La explosión en el cielo para que la piedra se asuste antes de caer al suelo y destrozar las cosechas. Todavía se hace eso, pero con cohetes o tiros de escopeta en vez de con campanas. El estallido de luces para romper las nubes y lo que lleven dentro. Un aviso para navegantes por los abismos de una noche infinita. Ayúdame a atravesar la noche y que no me quede atrapado en su inacabable oscuridad. Más o menos lo que cantaba Joan Baez unos años antes de que Rubén y Marcos se perdieran como zombies por las madrugadas de Malasaña, el madrileño barrio de moda en los años ochenta del pasado siglo". Seguir leyendo: Alfons Cervera, My favorite things.

viernes, 28 de octubre de 2022

Tres noticias sobre Villena en el diario Información

Gracias a mi librero Vicente, recibo el periódico Información de Alicante todos los días por el que me suelo asomar. El viernes recogía tres noticias de Villena. Dos positivas, la primera un menú degustación de La Despensa (Menjars de la Terra) con un plato típico villenero de nombre divertido para reconfortarnos del frío que recomiendo: escaldabarbas (fideos con habas, alcachofas, almejas y gambas). La segunda, el anuncio del Festival Flamenco La Atalaya del 28 al 30 de octubre. La tercera, muy negativa, la preocupación por una oleada de vandalismos en los centros educativos realizada por grupos neonazis que expresan su ideología xenófoba y misógina a través de sus pintadas. En una de las fotos realizadas en el IES Navarro Santafé se lee "Vais a morir", inmediatamente me acordé de la pintada que apareció en la transición cercana al 23F en la mesa de la sala de profesores del Colegio Covadonga con el mismo lema en color rojo. Espero que el grupo sea localizado y desmantelado. Una muestra más de que esta sociedad no evoluciona sino que involuciona y que Vox, con su ideología ultra, ha agitado.




martes, 31 de mayo de 2022

Eduardo Lago, Todos somos Leopold Bloom. Razones para (no) leer el Ulises

 

Con motivo del centenario de la publicación del Ulises, Eduardo Lago ha presentado en la Residencia de Estudiantes una guía de lectura: Todos somos Leopold Bloom. Razones para (no) leer el ‘Ulises’ (Galaxia Gutenberg). Recomiendo leer la entrevista de Iker Seisdedos en El País (pinchad en el enlace para leerla entera).

"El ensayo es la consecuencia natural de una serie de artículos, conferencias y hasta un amago de traducción de la novela. También influyó que al término de una charla hace tiempo en la Biblioteca Nacional de Madrid se le acercara “un chico bastante alto de unos 18 años”, y le dijera: “Señor Lago, le quiero dar las gracias por esta conferencia, porque ahora sí que tengo claro que no voy a leer el libro”. Aquello le “pareció genial”. Y de ahí el no entre paréntesis del título".

"Lago, que se encerró tres meses para escribir su ensayo (“fue, sobre todo, un trabajo de síntesis”, aclara), también desgrana las relaciones de cada capítulo con la Odisea y ofrece un franco veredicto sobre la facilidad o la dificultad de cada parte. “Ulises no es un libro sencillo, pero tiene porciones que son bellísimas, remansos de tranquilidad".

“La literatura de verdad no tiene como fin primordial entretener a la gente”

miércoles, 20 de mayo de 2020

Cadarso 18: Colegio Covadonga/Demolición/Apartamentos de lujo Be Mate


Colegio Covadonga antes de la demolición 
Demolición (2015)

Cadarso 18 en la actualidad 

De repente, recibí muchísimas visitas en mi entrada Demolición del edificio que albergó la sala Cadarso y el colegio Covadonga que había escrito hace años llena de melancolía (y cursilería, todo hay que decirlo) recordando versos clásicos sobre ruinas. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, está confinada y encantada en las habitaciones de un apartohotel de lujo, propiedad de Be Mate. Me quedé sorprendida, el edificio era una réplica casi exacta del anterior, pero para qué destruir para volver a construir. Hoy, comparando las fotos, he encontrado la finalidad de la operación, el nuevo edificio ha ganado en altura, con unas terrazas que no estaban en el original, para que las vistas del centro de Madrid sean espectaculares. La explicación es tan sorprendente como las explicaciones que ha dado la política. Lo que yo sé es que el Hogar del Empleado alquilaba los pisos bajos a los jesuitas que tenían una residencia más arriba, en el ascensor nos encontrábamos a veces a José María Díez-Alegría. Supongo que, cuando cerraron el colegio, decidieron vender el edifico. Alguien habrá ganado mucho dinero con esta especulación inmobiliaria.



domingo, 9 de febrero de 2020

"In hoc signo vinces", exposición de Rafa Pérez Alegre

Este domingo de febrero ha amanecido gris como toda esta temporada, un buen día para asistir a la inauguración de una exposición en un lugar nuevo para mí, el antiguo cuartel de zapadores del ejército en Fuencarral, que cuenta con más veinte mil metros cuadrados de superficie. No es fácil llegar hasta esta ciudad alternativa de arte porque está en medio de ninguna parte, rodeada de vías de tren y de vertederos. El edificio parece abandonado y no se sabe si a medio construir o a medio derruir. En la sala sin radiadores donde se encuentran los collages de Rafa Pérez Alegre hace mucho frío, pero apenas se nota por la calurosa acogida de todos sus amigos.
 Siempre pensé que Rafa, profesor de Lengua y Literatura, acabaría publicando libros (no lo descarto), pero la pintura se cruzó en su camino cuando empezó su tesis doctoral José Ángel Valente y Antoni Tàpies, caminos convergentes de la creación. De modo que ahora cuenta historias a través de sus cuadros. La exposición tiene como título “In hoc signo vinces” (Con este signo vencerás) que proviene de una leyenda del emperador Constantino, que antes de una importante batalla, vio cómo, por encima del sol, aparecía una cruz con el lema In hoc signo vinces. A partir de entonces no solo Constantino la utilizó como estandarte sino que se convirtió también en símbolo del cristianismo. El signo de la cruz es símbolo de victoria y salvación, pero es también espada, martillo, hacha para los que no piensan de la misma manera, "tortura, sacrificio oficiado por siniestros sacerdotes en el infierno real de unas cloacas inmunes a la autoridad de la justicia". Cada cuadro acoge un rostro anónimo de los mártires de la razón de estado en la última cruzada española, fotos sacadas de fichas policiales y enmarcadas en una terrible cruz de bordes negros que reflejan la mirada de la proximidad de la muerte de unos hombres y mujeres que fueron represaliados fuera de los campos de batalla.
  No se me ocurre un espacio mejor para la exposición de Rafa que este cuartel, donde conviven galerías de arte y talleres de artistas. La antigua ciudadela de zapadores, cuya misión era construir estructuras en tiempo de guerra, se ha convertido en una ciudad de arte, que invita al homenaje y a la reflexión, donde artistas comprometidos recuperan la memoria y luchan contra la manipulación.





En el centro, Rafa Pérez Alegre
No sé por qué pero al ver las fotos, aunque ninguna recoge los abrazos que nos dimos, me he acordado del cuadro de Genovés El abrazo (1976), como homenaje a los abogados muertos en Atocha.

domingo, 27 de octubre de 2019

Más que un café con leche

Sí algo he odiado siempre, cuando en los desayunos tienes que pedir café, son las pijaditas: yo corto de café, yo café americano, yo descafeinado de sobre, yo descafeinado de máquina, el mío con leche desnatada, el mío con leche de soja... Por eso cuando, después de mucho tiempo, me reuní con algunos compañeros del comité de Empresa, pisé territorio conocido, volví a Ítaca. Los tres pedimos un café con leche (bueno yo también una tostada porque era mi primer desayuno), sin complicaciones, sin edulcorantes. Los tres pensamos lo mismo sobre la situación política, los tres supimos dejar hablar y escuchar sin tener que demostrar nuestra poca o mucha erudición. Nadie consultó el móvil. No fuimos políticamente correctos, a ninguno nos gusta el verbo empoderar. Volvimos a reír recordando lo vivido.
Con ellos podría tomar todos los días un café con leche.



viernes, 20 de septiembre de 2019

Cat Stevens: O Caritas, una canción en latín contra el cambio climático


Esta vez regalo una canción del polifacético Cat Stevens* (hoy llamado Yusuf Islam), especialmente, a los profesores de latín y, de paso, a los de biología. A mí me vino muy bien cuando la utilicé el primer año de mi vida profesional en el que me tocó dar Latín en Bachillerato, asignatura para la que no estaba especialmente preparada (pido perdón a todos los que me padecieron). Recuerdo con emoción la alegría de una alumna al oírla después de una charla inicial sobre la utilidad de esta lengua que no está tan muerta dada la importancia del latín en nuestra cultura. Y, qué narices, que sin tenerla aprobada no podrían cursar COU.
O caritas, perteneciente al álbum "Catch Bull at Four" de 1972, fue compuesta en latín e inglés. No sé si la traducción que incluyo es buena o macarrónica, pero espero que sirva para entender esta canción que entronca con la filosofía hippy (rebeldía, paz y amor ante un mundo cruel), al mismo tiempo que nos advierte de los peligros de su destrucción por el hombre y nos acerca a los actuales jóvenes indignados que asumen hoy la lucha contra el calentamiento global del planeta. Resulta curioso que los jóvenes estén ahora más cerca de la ideología de sus abuelos que de la de sus padres.


No quiero perder la armonía del universo.
Veo todas las cosas ardiendo, me escucho gritando.
Ahora es la luz del mundo y las estrellas las que se apagan.
Ahora la culpa de todo este desastre recae sobre los hombres.
El sufrimiento es intenso con lágrimas y tristeza.
Grandioso es el ruido de la tierra y los océanos.
Oh amor!, oh amor!,
quédate por siempre con nosotros.
Los que falleceremos saludamos a la muerte.
La vida sigue su rumbo sola!
(
bis)

Ah, este mundo se está quemando rápidamente.
Oh, el mundo nunca durará.
No quiero perderlo.
No quiero perderlo.
No quiero perderlo aquí,
en mi época.
Dame tiempo para siempre.
Dame tiempo para siempre.
Dame tiempo para siempre aquí,
en mi época.

Como coda, otra canción dedicada a su primer hijo: Rubylove, esta vez a ritmo de sirtaki con una estrofa en griego moderno.


Quién será mi amor
Tu serás mi amor
Tu serás el cielo sobre mí
Quién será mi luz
Tu serás mi luz
Tu serás mi día y noche
Tu serás esta noche mía
Roupi Glukeia.
(Rubí dulce regresa)
Ela xana konta mou
(Regresa a mi lado)
Ela prwi, Me thn augh
(Entra en la mañana con el alba)
Esu soun san hliou actida
(Tu eras como un rayo de sol)
Rouph mou mikrh
(mi pequeño Rubí)
* Steven Demetre Georgiu (Londres, 1948) de padre grecochipriota y madre sueca, estudió Bellas Artes, algunas de las portadas de sus discos son obra suya. Sus canciones reflejan su interés por la música clásica, brasileña, latinoamericana, rock, y las canciones tradicionales de la tierra de su padre. En 1977 se convirtió al Islam y abandonó la música, por lo que recibió numerosas críticas. Retornó en 1990, después de haber sido duramente criticado por unas supuestas palabras suyas contra Salman Rushdie.

jueves, 27 de junio de 2019

Pic-nic, obra de Arrabal y sala de teatro


Hace unos meses leí en El País que en la calle Minas de Madrid hay una sala de teatro llamada Pic-Nic y que ha ayudado a reinventar la comedia en España. Enseguida me acordé de la obra de teatro de Fernando Arrabal del mismo nombre, todo un descubrimiento para mí a finales de los 80 que me salvó de más de un apuro. La obra es corta, dura aproximadamente 45 minutos, mezcla el humor y la sátira en la línea del humorista Gila, y entre risas y bromas expone lo absurdo de las guerras, sobre todo si son civiles.
 Pic-nic presenta la anómala situación de un matrimonio que va de visita al frente de batalla con la intención de pasar un divertido día de campo junto a su hijo que se encuentra en una trinchera. Pronto aparece un soldado enemigo con quien comparten la comida en un clima amistoso y unos desalmados camilleros buscando muertos. Sorprendidos, descubren que ningún bando desea la guerra y deciden terminar con ella. La ingenuidad de los personajes se rompe cuando la realidad acaba con sus ilusiones al final de la obra.


Cuando estaba en el Colegio Covadonga* del Hogar del Empleado, una vez desmantelada la sala Cadarso que utilizábamos como salón de actos, representé la obra con un grupo de alumnos del nocturno, aprovechando el vestuario y los decorados de otro grupo de la mañana. Desde el principio todo salió mal, la bicicleta que nos prestó el secretario del centro se cayó sobre los espectadores; un camillero llegó con un botellín de cerveza en la mano, que previamente había ingerido para armarse de valor; la señora Tepán perdió una uña postiza y se puso a buscarla porque en aquel entonces eran muy caras. Al apuntador se le oía más que a los protagonistas y, a pesar de ello, los padres se encasquillaron en el diálogo con el enemigo. La música y los efectos especiales nunca llegaron a tiempo. Menos mal que en el surrealismo todo encaja. La tortilla era de verdad, la había hecho con amor la madre de una alumna y nos la comimos al final. No sé si por la propia obra o por la mala actuación, conseguimos la hilaridad de los espectadores, que nunca se lo habían pasado tan bien en un teatro. Algunos de los actores estuvieron unos días sin volver al cole de avergonzados que estaban. Ni que decir tiene que yo lo pasé fatal entre aterrorizada y emocionada. Menos mal que entonces no había móviles y no se hicieron fotos porque resultaban carísimas. La primera y única representación solo vive en nuestro recuerdo.
Después, cuando fui interina, llevaba siempre el primer día fotocopias de la obra en la carpeta para leerlas en clase porque tenía que meterme en el aula sin saber ni el nivel ni las características de los alumnos. Me sacó de muchos aprietos. Pero ya se sabe que la mujer y el hombre son animales que tropiezan siempre con la misma piedra y volví a representarla en el IES Luis Buñuel de Alcorcón con un grupo de diversificación al que daba teatro. No nos salió perfecta, pero sé que esos alumnos vivieron su momento de gloria delante de sus compañeros de clase que eran los pocos que cabían en una pequeña aula que tenía hasta telón. Esta vez, realizamos los cascos y la tortilla de patatas con cartón y el mejunje de Art-Attack.
Así que se la recomiendo a todos los profesores de Lengua de Secundaria apurados como yo al comienzo o al final de curso. Será un éxito total, sobre todo si toda la clase realiza los efectos especiales de los aviones, las bombas y las metralletas. El texto sigue teniendo sentido porque ha habido más guerras. La única novedad es que ahora también participan las mujeres. Ojalá que la obra haya servido también para despertar el interés por el teatro de todos los alumnos que la leyeron, o que alguno al pasear por Minas la recuerde.

*No recuerdo la fecha exacta, pero nos encerramos toda la noche en el bar del centro protestando por la guerra de Irak- Irán que tantas similitudes tenía con la obra.  El 22 de septiembre de 1880, tropas iraquíes invadieron Irán, provocando una guerra de desgaste que ha sido comparado en sus tácticas con la Primera Guerra Mundial, por el uso de trinchera, cargas de bayoneta, alambres de púas, armas químicas y una gran cantidad de bajas en ambos lados. Termina el 20 de agosto de 1988, con un millón de muertos.

viernes, 2 de marzo de 2018

Javier Esperanza Casado, profesor

Del olvido he rescatado la clarificadora entrevista que hicimos en 2006 sobre la situación de la enseñanza en Madrid para El País de los Estudiantes a Javier Esperanza Casado, profesor de Biología y experto en temas de educación. Tiene un blog sobre la naturaleza y su consevación: El rincón de Javierre. Fue compañero en el Hogar del Empleado y nuestra amistad dura ya más de treinta años. 
Para agrandar la imagen, pinchar en ella. 


domingo, 22 de octubre de 2017

Los hermanos escritores Eduardo y José Antonio Lago



En otra entrada hacía referencia a los hermanos escritores y citaba a los Lago, porque he tenido la suerte de haberlos conocido hace muchos años. Parecían Zipi y Zape, aunque no son gemelos ni mellizos: tan iguales y tan complementarios. Hijos de militar, fueron adolescentes gamberros y anarquistas, como correspondía. El mayor, Eduardo (1954), introvertido, moreno, tranquilo y relajado, estudió Filosofía; el pequeño, José Antonio (1955), pelirrojo, extrovertido, nervioso y gesticulante, estudió Políticas. El menor, más simpático, llevaba la voz cantante y arropaba al mayor. Cuando coincidí con ellos, ambos trabajaban como profesores de inglés en el colegio Covadonga del Hogar del Empleado y hacían esporádicas traducciones. Muy involucrados en la movida madrileña, fundaron la revista literaria ilustrada de Lavapiés La Campana* (1980), donde publicaron sus primeros pinitos literarios: entrevistas, poemas y relatos. Dar clases en el nocturno tenía sus ventajas, las horas estaban más comprimidas y había tiempo para todo, y sobre todo, permitía trasnochar.
Primero conocí a Eduardo. Hacía poco que había llegado de la India, tenía una hija pequeña, y de vez en cuando nos regalaba, después de luchar contra la informática, sin darle importancia, pequeños relatos que nos revelaban su verdadera personalidad, escondida tras su seriedad: un ser extremadamente sensible que, con rostro de George Harrison y mirada de Buster Keaton, observaba la realidad para luego contarla mejorada y ampliada. Programó un ciclo de cine para los alumnos en la sala Cadarso, que funcionaba entonces como salón de actos, y, en 1980 cuando asesinaron a John Lennon, le hizo un homenaje en sus clases. Poco después decidió cambiar de vida y probar fortuna en Nueva York. Allí lo encontré en su primer año en la ciudad. Ejerció como un cicerone impecable y me regaló un día inolvidable, nunca le había visto tan hablador.
Me llevó a los lugares que el turista apresurado no puede disfrutar: Washington Square, un viaje en metro, un paseo por Brooklyn  y vuelta a pie por el puente con vistas al skyline de Manhattan, imantados por su luz de cristal. Acabamos en un tugurio oyendo música en directo. Cuando nos despedimos, lo vi feliz, arropado por la noche calurosa, casi como el niño que aparecería en la portada de su libro Llámame Brooklyn. Poco después ya estaba totalmente integrado dando clases de literatura en la universidad y colaborando en distintos periódicos. Posteriormente llegó su nombramiento como director del Instituto Cervantes y ganó el premio Nadal.
José Antonio, el Rojo, lo sustituyó en el Covadonga. Recuerdo que lo confundí con su hermano pensando que se había teñido el pelo. Fue el primero en saborear la fama porque era letrista de La Mode, uno de los grupos de la nueva ola madrileña. Abandonamos juntos el colegio en una regulación de empleo y aprobamos las oposiciones el mismo año. Me he cruzado con él fugazmente en Vallecas, en la cooperativa de viviendas que auspició el Hogar del Empleado. Como tenemos amigos en común, ellos me han puesto al día de sus aventuras literarias.
La vida nos ha separado, pero el paso de los años no ha cambiado la idea que tenía de ellos: geniales, polifacéticos, con una vasta cultura, irónicos, entusiastas. Lo único que me extraña es que nunca hayan colaborado, ni firmado una obra conjuntamente.

Reproduzco para los nostálgicos la portada y la primera página del primer número de la revista La Campana


* Solo conservo 5 ejemplares de la revista (1,3,4,5 y 6). En el número 6 de 1985, que no sé si es el último, se excusan de una prolongada ausencia por "las múltiples ocupaciones de los colaboradores habituales, lanzados a la conquista del arte, música, prensa, radio, televisión y lo que se ponga por delante".

lunes, 2 de octubre de 2017

Los Cinco y yo, Antonio Orejudo

Antonio Orejudo (Madrid,1963) estudió en el colegio Montserrat del Hogar del Empleado, luego Filología Hispánica y ahora es profesor en la Universidad de Almería. Reseño aquí su último libro porque me lo han regalado (yo también me leía en las siestas los libros de Los cinco cuando era pequeña) y porque en los primeros capítulos del libro relata su paso por el colegio donde mi amiga Susana (la hermana de Lucía Etxebarría) le dio clase de Lengua y Literatura. Yo estaba en aquellos tiempos en el Covadonga.
Su quinta novela, Los Cinco y yo, comienza con la presentación de un libro titulado After Five, un éxito que ha convertido a su autor en millonario y celebrity global. Esta presentación en el congreso anual sobre Enid Blyton, la escritora que triunfó con las aventuras de Los cinco, servirá de hilo para una autobiografía que se alimenta de hechos reales y fantásticos (disparates y deseos), que pasa de la sátira del mundo que nos rodea a la crítica literaria.
Sus recuerdos son los de la generación que desbordó los colegios a finales de los sesenta. Es esa generación que, según el narrador, ha pasado por la historia sin actuar sobre ella, que llegó demasiado pronto a la Transición y demasiado tarde al 15-M. Una generación pasiva y acomodaticia. A la muerte de Franco, “los que se hicieron con las riendas del país tenían entonces la edad de Cristo. Nosotros, que acabábamos de cumplir diez, once o doce años, teníamos la edad de Los Cinco”. En los años sesenta faltaban viviendas y colegios ante la avalancha de inmigrantes que llegaban con la intención de buscarse un sustento o, en el mejor de los casos, de colocarse en un banco o en una compañía de seguros. Ofrecer vivienda y orientación espiritual a esa legión de futuros empleados de banca, botones y auxiliares administrativos fue la gran obra de Tomás Morales, fundador del Hogar del empleado, residencia masculina que pronto se quedó pequeña y la transformó en una constructora benéfica de viviendas sociales en el extrarradio de Madrid, en cuyos bajos se instalaron colegios subvencionados de EGB,BUP y COU.
Los dos primeros capítulos, para mí los más entrañables, contados con gracia y desparpajo, están dedicados a su infancia y adolescencia en ese barrio de Moratalaz, al descubrimiento del sexo y de las chicas en las clases mixtas, a los primeros pantalones vaqueros, a los porros, a las sesiones de cine porno. Un chico sensible como él se decantó afortunadamente por la guitarra, la literatura y el cine, mientras que otros se quedaron enganchados a las drogas porque nadie les avisó de sus efectos negativos. Recuerda la existencia de tutores en las clases, las huelgas y las asambleas de alumnos. "Visto desde hoy, me admira la templanza de Leonardo, el director de entonces, que nunca puso trabas a nuestras asambleas y movilizaciones políticas. Los delegados asistíamos a las reuniones y a continuación informábamos a nuestras respectivas clases, cada una de las cuales debatía como nos habían enseñado -pidiendo turno de palabra y escuchando los argumentos contrarios". ¡Qué diferencia con las últimas huelgas de enseñanza! Resulta que a pesar de todo en la transición los padres eran más permisivos y los alumnos y los profesores más libres que en la actualidad.
El resto de la novela es desigual, está dedicada a su formación como escritor. Destaco las páginas donde se cuenta qué fue de Julián, Dick, Ana y Jorge porque del perro, Tim, lógicamente se habla poco. 

 Foto insólita de los años 60 de Juan Manuel Pando Barrero de Zona de "los Tejares" próxima al Tejar de Sixto, antes de que se construyese el centro Monserrat. Las de la izquierda son las casas de empleados de la FNMT; las del centro, donde estaban los locales comerciales que servían de aulas del Montserrat; y a la derecha del todo, la que hace esquina entre Dr. Esquerdo y Sainz de Baranda. La foto está tomada desde el terreno que ocupa el Montserrat “de abajo", desde lo que ahora es la calle Juan Esplandiú. Piscinas del Mundial 86.


domingo, 14 de febrero de 2016

El comité de empresa

Nos vemos poco, pero siempre recordamos el tiempo en que fuimos compañeros en el comité de empresa del Hogar del Empleado y nos declaramos en asamblea permanente.  Ahora estamos todos jubilados y podemos dedicarnos a lo que más nos gusta. Ayer supe que José Retortillo ha publicado su primera novela, Dime que no es verdad. Espero que le vaya muy bien, sé que su ópera prima es realista y sentimental y en ella plasma aspectos autobiográficos (como mi blog):
"Una joven profesora de instituto descubre casi por casualidad que su padre ha llevado una doble vida. Ella, que ha tenido siempre una imagen perfecta de él, se lleva una gran sorpresa. Descubrirá algún secreto que le afectará profundamente. Al mismo tiempo sufre los avatares de la vida en el Madrid de la movida de los ochenta donde el terrorismo, la droga y la delincuencia te hacían vivir con miedo. No obstante, durante unas vacaciones en Santander, conocerá a un hombre con el que vivirá una historia de amor maravillosa, aunque no exenta de sinsabores."

También me enteré de que Rafael Pérez Alegre expondrá sus collages  en El Matadero el día 23 de febrero y que tiene un blog literario. 




martes, 20 de octubre de 2015

Demolición del edificio que albergó la sala Cadarso y el Colegio Covadonga


Observo estos escombros de recuerdos imborrables y rememoro todos los poemas que han hablado de ruinas y las han comparado con la naturaleza humana. El despedazado edificio evoca en mí voces dormidas, memorias funerales que el alma siente, reliquias de la edad temprana. Derribados los sueños, antaño fuertes ahora desmoronados, he mirado los escombros reconvertidos en metáfora del tiempo y me ha invadido la desolación. Ya no volveré a escuchar las risas jóvenes, ahora transformadas en silencio mudo, que poblaban la peligrosa escalera que ascendía hasta las clases para envidia del mundo.
¡Qué absurdo! El colegio, para mí, desapareció cuando lo abandoné en 1991 en una regulación de empleo porque quitaron el concierto al nocturno, a pesar de que era demasiado joven para quedarme y demasiado vieja para irme. Trece años intensos que me marcaron, porque me formé como persona y como profesora. Allí vivimos todos, profesores y alumnos, los avatares de la transición. Desde mi huida hacia adelante, no he vuelto la cabeza atrás ni una sola vez para no convertirme en una estatua de sal. Y esas fotos están removiendo los cimientos de mi plano del mundo. Todo desapareció, cambió la suerte.
La sala Cadarso, donde los madrileños pudieron ver los mejores espectáculos de los grupos de teatro independiente, estará siempre unida a mi colegio porque ambos estuvieron condenados a peligro de cierre por no reunir los requisitos establecidos por la Ley y porque, cuando no tenían público, nos invitaban a asistir gratis a sus representaciones. Se clausuró primero la sala Cadarso (1982) y se incorporó como salón de actos al colegio reconvertida en gimnasio de corta vida.  El colegio lo hizo en 2008 (“Porque tenemos un marco sin puerta”):


 Porque no haya más finales para los principios
 Porque éste no sea el principio del final 
 Porque nunca, nunca, nunca más 
 Se cierre un colegio como el Covadonga
En mayo de 2020, el edificio de Cadarso 18 apareció en todos los periódicos porque en los apartamentos de lujo que se habían construido allí estaba pasando la cuarentena la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

Para los nostálgicos recomiendo ver el documental que se elaboró con motivo de la celebración de los 50 años de la Fundación del Hogar del Empleado, se puede ver en cuatro partes en rtv.es  A la Carta UNED (26/2/2016):
FUHEM un hogar para pensar, educar y transformar
El capítulo inicial no tiene desperdicio:
http://www.rtve.es/alacarta/videos/uned/uned-1-26022016-fuhem/3501581/

“El Hogar del Empleado también dejó una de las obras más desconocidas y llamativas del arquitecto en Madrid: el Colegio de Nuestra Señora de Lourdes, construido entre 1961 y 1963. Tras la Colonia de Puerta del Ángel, los arquitectos proyectaron la de Lourdes en Batán, al sur de la ciudad. La ideología de todas aquellas colonias bebía del movimiento arquitectónico moderno europeo, con Le Corbusier a la cabeza, que consistía en crear barrios enteros: "unidades vecinales" dotadas de servicios de las que apenas tuvieras que salir. A la de Lourdes le pusieron locales comerciales, una iglesia y un instituto. Ya entonces, mucho antes de El Ruedo y Torres Blancas, Oiza construía de forma circular.”

jueves, 26 de marzo de 2015

Gabriel Suchowolski en el centro Covadonga


Me he encontrado esta caricatura del año 90 donde aparecemos algunos profesores del Hogar del Empleado, solo hay que fijarse en las letras de la sudadera para saber qué asignatura daban. Reconozco a Antonio Mesa, que fue jefe de estudios,  y a Rafael Mazo, que ahora es director de uno de los pocos centros que quedan,  Lourdes. El autor, Gabi o Sucho, cono le llamabamos, entonces era un genio de voz pausada con ligerísimos toques porteños y una sonrisa seductora. No me extraña que haya llegado tan alto. Me lo encontré un día en el portal de mi casa cuando acompañaba a su padre al médico, luego en Callao con oficina propia y me anunció que esperaba un hijo. Hoy le he visto en un vídeo de youtube y he recogido las frases de un amigo suyo que le definen muy bien. Lo que me alegro.



“Sólo he conocido un auténtico hombre del renacimiento: Gabriel Suchowolski. Es una persona a la que admiro y me fascina a partes iguales. Podría decir que es un amigo, pero hace ya mucho que no tenemos un contacto seguido. Allá por el final de los noventa ya era uno de los mayores cerebros en lo que a internet se refiere y sigue siéndolo. Gabriel es un buen ilustrador, con estilo propio. Programa de manera elegante y precisa. Es un buen realizador, montador y animador. Y es matemático. Curioso. Cuando lo conocí, hacía poco que el medio de medios había llegado a este país. Éramos pocos e intentábamos hacer lo que podíamos. Pero él, lo hacía todo. Todo es todo. Un buen ejemplo a seguir”.

domingo, 1 de febrero de 2015

El cuscús

Este viernes, en torno a un cuscús en casa de Evaristo,  he vuelto a encontrarme con los compañeros del comité del Hogar del Empleado.  Desde que nos disolvimos y abandonamos la enseñanza privada por la pública, han pasado más de veinticuatro años. Algunos ya no están en Madrid y otros, aunque siempre han estado cerca, no sé por qué razones, he dejado de verlos. Recordamos las películas canadienses de Denys Arcand "El declive del imperio americano" (1986) y “Las invasiones bárbaras” (2003), donde aparecen los mismos actores y los mismos personajes en un díptico temporal que abarca diecisiete años. Nuestra cena nos brindó el atractivo del reencuentro, el regusto de la nostalgia, el escozor de la melancolía y el placer de la amistad, Son mis señas de identidad. Parecía que el tiempo se había detenido, que veinte años no son nada. Los encontré igual de jóvenes, divertidos y entusiastas que entonces, aunque ya seamos abuelos, estemos jubilados y no sepamos qué hacer con las canas.

sábado, 17 de mayo de 2014

10-IV-2014, nieve en mayo


El día 10 de mayo abandoné mi guarida urbanita y me fui al campo (ese sitio donde siempre hace frío o calor, nunca la temperatura adecuada) a realizar una marcha. El día fue uno de los más calurosos de lo que llevamos de año, la temperatura rondó los treinta y cuatro  grados a mediodía; pero sobre todo por el calor de la amistad de Gracia Ramírez Hernansanz que nos invitó a un pequeño grupo a pasar un día en el parque de Cabañeros, con visita incluida a El Chorro y comida en las Becerras (Navalucillos), para celebrar su jubilación. En contraste, nos rodeaba una auténtica nevada, el polen de los chopos de la ribera del río. Nieve en mayo, así es Gracia, sorprendente, refrescante, vital y natural. Las dos empezamos a trabajar juntas en el centro Covadonga y por azares del destino hemos terminado juntas en el IES Iturralde. Han sido treinta y siete años de compartir todo tipo de vivencias juntas, en paralelo o por separado. En todo este tiempo ella me ha ganado por goleada en generosidad y compromiso. Lo único que eché de menos, además de Berta que estaba con vértigos, fue su quesada, fácil y sabrosa.  Mª Eugenia nos deleitó con este brindis que transcribo:

Celebremos la vida,
Celebremos las pequeñas cosas:
el olor a tierra mojada,
el murmullo del agua,
los días  luminosos de primavera.
Celebremos esta fecha especial.
Alcemos la  copa y  brindemos
por tu bondad,
       por tu compromiso,
       por ser tan generosa.
Alcemos la  copa y brindemos
Por nuestra  amistad. 
Feliz Jubilación, querida Gracia

Siempre contigo

                                                             Tus amigas Nuria, Berta, Matilde, Geles y Mª Eugenia


Al lado de una gran mujer, siempre hay un gran hombre, en este caso, Jesús Riera.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Quesada Graciosa: fácil y sabrosa

En el instituto es la tarta que todos hacemos para quedar bien, es muy suave y fácil de hacer (recomendada para los inútiles como yo). Gusta a todos. Nos la pasó Gracia Ramírez, profesora de Química. Es la primera receta que pongo en el blog:
Ingredientes:
  • tres quesitos
  • tres huevos
  • brik de nata líquida (200 o 250 gramos) 
  • yogur natural
  • una medida de yogur de harina 
  • Dos medidas de yogur de leche
  • dos o una y medida medidas de azúcar
Se mezcla todo muy bien con minipimer y se vierte en un recipiente plano untado de margarina y harina. Se introduce en el horno durante 20 o 30 minutos. Si se quiere más dulce, hay que sustituir el azúcar por leche condensada.

Gracias, Gracia, por la tarta, por los libros, por tu amistad.  No pude ir ni al tanatorio ni al funeral. Llámalo debilidad, cobardía, comodidad o falta de ganas. Tal vez te fallé. Pero sé, o  quiero creer, que me comprendes.

sábado, 19 de enero de 2013

Ángel Lucas, parecido razonable

A Ángel Lucas, con su torpe aliño indumentario, me lo encuentro cada cierto tiempo en el ascensor de Conde de Toreno. Trabaja en el Ministerio de Injusticia y antes fue alumno, delegado de clase y administrativo del Colegio Covadonga. Es un seguidor fiel que me recomienda libros y me hace acertados y divertidos comentarios. Algunos de sus escritos los he utilizado como ejemplo en el blog. Le he visto crecer, pero no he conseguido enterarme bien de todo su historial amoroso  por distintas zonas de Madrid. Ahora anda por la Fuente del Berro con una estela de hijos adoptivos. 
Ayer nos volvimos a encontrar y me di cuenta de que es clavadito a Vincent D ´Onofrio, actor de la serie Ley y Orden, una de mis favoritas.
Angeloxo, acuérdate de mandarme el libro que me prometiste.